Aulas en la calle (III): Lo común (de tod@s y para tod@s)

16 de mayo de 2013. Docente / Cuenca Alternativa. Presentamos la tercera entrega de "Aulas en la calle". En esta intervención, el o la docente nos habla de un concepto filosófico, el de lo común, aplicándolo a la realidad social y económica de las sociedades contemporáneas y relacionándolo con la defensa de la educación pública, de calidad y democrática. El hilo conductor será el lema de las camisetas verdes: "Escuela pública: de tod@s y para tod@s" y dos textos del filósofo y economista Karl Marx.

Lo común es un concepto muy antiguo y muy nuevo. Para explicarlo e intentar mostrar por qué es importante para las luchas en defensa de la educación pública, de los servicios públicos y a favor del reparto de la riqueza en general, voy a relacionar el lema que llevamos escrito en las camisetas verdes (escuela pública: de tod@s y para tod@s) con dos textos de Karl Marx que no son los que comentamos en Historia de la Filosofía de 2º Bachillerato, pero podrían serlo.

Comenzamos preguntando por qué, como dice el lema, la escuela pública es de tod@s.

Una respuesta es que la escuela es de tod@s porque la pagamos con los impuestos. El problema es que no todos pagamos los mismos impuestos y que la escuela no exige, ni debe exigir, a alguien, por ejemplo, una niña inmigrante recién llegada, que haya pagado impuestos para poder disfrutar de la educación pública.

Otra respuesta posible diría que la escuela es de tod@s porque es propiedad del estado que representa a tod@s. Y el problema con esta segunda respuesta es que si es propiedad del estado, entonces el estado puede venderla o desmantelarla como está haciendo y poco podemos decir los demás.

En ambos casos, “de tod@s” se entiende en el sentido de propiedad de tod@s, o porque la pagamos o porque la posee el estado o por ambas razones.

Sin embargo, hay muchas cosas que compartimos, que son de tod@s, pero nadie ha pagado ni tienen dueño. El aire o el agua y el medio ambiente en general (si no están privatizados) sirven como ejemplos. Podríamos añadir que también compartimos el lenguaje o los afectos y tampoco se pagan ni tienen dueño, aunque algunos quieran controlarlos o manipularlos.

Los ejemplos de la comunicación y de la afectividad nos llevan a otra pregunta, relacionada con el primer texto de Marx. ¿De dónde surgen esas realidades sociales que jamás existirían si cada uno viviera aislado de los demás?

Las instituciones sociales, las artes, las ciencias y las técnicas, la vida social e histórica de los seres humanos sólo existen como resultado de la cooperación de las personas de una misma generación y de generaciones sucesivas.

Esto es lo que descubre Marx en el primer texto que hemos escogido. Marx señala que la coordinación de las trabajadoras en una fábrica (la fuerza productiva social del trabajo) produce mucho más que el trabajo individual aislado. Dado que el capitalista paga a los trabajadores individualmente, ese producto de más, fruto de la cooperación, se lo apropia gratuitamente. Y dado además que la cooperación se produce bajo el mando del capitalista, parece como si fuera algo naturalmente suyo y no el resultado del esfuerzo común de los trabajadores.

Esta idea que Marx plantea para el interior de una fábrica, la amplía en otras ocasiones a la producción en su conjunto. En la actualidad, desde que el llamado “sector servicios” se convirtiera en el sector dominante de la economía, la cooperación como productora de una riqueza que jamás podrían crear los individuos aisladamente ha alcanzado también al consumo. El ejemplo que se pone habitualmente es el de las redes sociales. Las redes sociales como tales son producidas a través del uso que hacen de ellas los y las internautas. Compartiendo, "twitteando", abriendo blogs, etc. se genera esa realidad virtual colectiva que no podría existir de otro modo. De las redes sociales podemos pasar a Internet al completo, a los medios de comunicación, al consumo cultural, al festivo... Y, entonces, para no pararnos, deberíamos recordar a las feministas que en los años sesenta y sesenta buscaban hacer visible el trabajo doméstico. O a los y las estudiantes que defendían que la actividad formativa es imprescindible para que nuestras sociedades sigan funcionando.

Y una vez aquí tendríamos que volver al trabajo que va unido a este consumo productivo, incluido el trabajo en las fábricas y los campos del siglo XXI. Hoy en día, las personas que trabajan activan unas habilidades de inteligencia, afecto y deseo que son las mismas o muy parecidas a las que se ponen en práctica en el consumo. Y sin la cooperación social intergeneracional en ambos campos sería imposible producir riqueza alguna.

¿Qué significa, entonces, hoy que la escuela pública sea de tod@s? Significa que es el fruto de la actividad de tod@s. La escuela pública y toda la riqueza de nuestras sociedades se produce como resultado de la cooperación de tod@s, tengan un salario o produzcan en un tiempo no remunerado.

Y significa algo más. Quiere decir que es imposible medir lo que cada uno aporta individualmente a esa riqueza común.

Es en esta imposibilidad de medir la aportación individual donde encaja el segundo texto de Marx. En él, Marx plantea un criterio de distribución de la riqueza social que es el único que puede acompañar sensatamente a la riqueza producida gracias a la cooperación de tod@s. Ya no es posible aplicar el principio de que cada un@ reciba en razón de lo que aporta, porque es imposible medir lo que cada un@ aporta. Hoy en día, “para tod@s” sólo puede querer decir que cada un@ reciba en razón de lo que necesita.

Las privatizaciones, los recortes y todas las decisiones de nuestros queridos gobernantes que los acompañan pretenden luchar contra esta consecuencia del propio desarrollo del capitalismo. Buscan imponer por la fuerza un patrón de medida que haga posible que unos pocos se apropien del fruto de tod@s.

Pero, de la misma manera que los trabajadores industriales se dieron cuenta de la fuerza colectiva que surgía de su coordinación laboral en la fábrica y la pusieron en práctica fuera de ella para la conquista de sus derechos políticos y sociales; ahora, estamos tomando conciencia de la fuerza productiva de un nuevo proletariado que coopera no sólo en el trabajo, sino en cualquier espacio social, y la estamos empezando a derivar hacia la construcción de un manera más justa, solidaria y democrática de vivir la vida y de relacionarnos entre nosotr@s.


TEXTOS:

La jornada de trabajo combinada produce cantidades mayores de valor de uso que produciría la suma de otras tantas jornadas de trabajo individuales, disminuyendo, por tanto, el tiempo de trabajo necesario para conseguir una determinada finalidad útil. Unas veces, esta intensificación de la fuerza productiva proviene del hecho de que la jornada combinada aumenta la potencia mecánica del trabajo; otras veces, extiende su radio de acción, o reduce el campo geográfico de producción en proporción a la escala de ésta; otras, se trata de poner en acción mucho trabajo en poco tiempo, para aprovechar los momentos críticos. Además, este régimen de trabajo fomenta la emulación entre los obreros y pone en tensión sus energías; da a los trabajos análogos de muchos un sello de continuidad y polifacetismo; permite ejecutar simultáneamente distintas operaciones; economiza medios de producción, permitiendo emplearlos colectivamente; imprime al trabajo individual el carácter de trabajo social medio : en resumen, la fuerza productiva específica de la jornada de trabajo combinada es la fuerza productiva social del trabajo o la fuerza productiva del trabajo social. Esta fuerza productiva brota de la misma cooperación. Al coordinarse de un modo sistemático con otros, el obrero se sobrepone a sus limitaciones individuales y desarrolla las capacidades de su especie… La fuerza productiva social del trabajo se desarrolla gratuitamente no bien se pone a los obreros en determinadas condiciones, que es precisamente lo que hace el capital. Como la fuerza productiva social del trabajo no le cuesta nada al capital, como, por otra parte, el obrero no la desarrolla antes que su trabajo mismo pertenezca al capitalista, esa fuerza productiva aparece como si el capital la poseyera por naturaleza, como su fuerza productiva inmanente. (K. Marx, El capital)


En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades! (K. Marx, “Crítica al Programa de Gotha”) 

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