14 de agosto de 2013. Francisco de los Cobos Arteaga es Profesor Titular de la UCLM en la Facultad de Enfermería y activista de diversos movimientos sociales, actualmente realiza la función de portavoz en la Plataforma en Defensa del Ferrocarril Público y Social de Cuenca. Como tercera entrega de "Voces críticas de los movimientos sociales sobre la construcción de un nuevo hospital en Cuenca", públicamos su respuesta a las declaraciones del alcalde, Juan Ávila, que reavivaron el debate.
Cúpulas o necesidades de las personas. Sobre un futuro hospital en Cuenca
Como en otra gran obra proyectada en nuestra provincia, más allá de un efímero alivio en el masculinizado sector de la construcción, que es responsable en buena medida de la crisis y de la deuda, no puede ofrecerse una respuesta sin considerar elementos complejos. Es cierto, un nuevo hospital es una gran inversión económica. Por eso, desde la responsabilidad de lo común de todas y todos, antes de emitir cualquier opinión, se requiere definir de forma rigurosa qué necesidades de la población van a ser atendidas y qué modelo (político) de salud, en una sociedad democrática, va a ser acordado con la ciudadanía.
En primer lugar, se necesita conocer qué personas van a recibir atención en el área de salud de Cuenca. El número real de la población y quienes son derivadas a otras áreas, las características sociodemográficas, las patologías clínicas, las dependencias y cuidados, las actividades de prevención, de educación para la salud y, definitivamente, en un llamado hospital universitario cómo va a integrarse su docencia e investigación en la comunidad.
En segundo término, pero no menos importante, hay que definir el modelo político de salud que queremos darnos. Más allá del hospitalocentrismo y del uso de la biopolítica, como elementos de dominación franquista en el campo de la salud, poco hemos avanzado. Desde hace muchos años, la Unión Europea trabaja en el concepto de protección social, que comprende e integra salud, discapacidad, pensiones, políticas de familia e infancia y vejez, desempleo, vivienda y exclusión social. Como modelo normalizado en Europa, si deseamos conocer el esfuerzo de las administraciones públicas españolas en estos apartados, podemos consultar Eurostat, el portal estadístico de la Unión Europa. De este modo, comprobamos que España, en la larga serie temporal ofrecida, siempre ha ocupado los últimos lugares en inversiones en protección social. Por tanto, dedicar esfuerzos al bienestar y salud de la población no ha sido una prioridad de los gobiernos españoles, en la misma medida que el generoso gasto y colosal deuda, dedicados a infraestructuras de hormigón, acero y cristal.
En otras palabras, en la Unión Europea se trabaja con ideas más avanzadas, integradas y centradas en las personas, pero en España seguimos incurriendo en modelos pretéritos. Y, por supuesto, cuando el foco de atención son las personas debe considerarse científicamente las desigualdades en salud por motivo de clase social, género, raza, etnicidad, diversidad funcional, diversidad afectivo-sexual o localización geográfica, y éstos son los elementos sobre los que deben establecerse las políticas de protección social y salud para intentar lograr una mayor equidad social, si ésta es un objetivo deseado por el poder. Al mismo tiempo, los análisis de las desigualdades sociales en salud deben tener como protagonistas a las personas de Cuenca. Son ellas las que disponen de sus experiencias en salud integradas en la comunidad y, por tanto, son ellas las que deben definir sus necesidades reales, más allá de unos muros de hormigón y de una práctica biomedicalizada.
Una vez identificadas las necesidades de las personas deben asignarse recursos profesionales públicos y técnicos y, si es preciso, acometer nuevas infraestructuras. Al respecto, en Cuenca es suficientemente conocida la existencia de un modernísimo centro de salud en Villarromán, cuya apertura no se ha producido por la insuficiencia de los presupuestos para dotarlo de trabajadoras. Y aquí, desde la responsabilidad de todas y todos, debe reflexionarse si queremos nuevas construcciones vacías, o si queremos profesionales que atiendan nuestras necesidades integrales de salud.
En conclusión, la decisión de construir un nuevo hospital, como la de otras infraestructuras en la provincia de Cuenca, no puede depender de la cúpula de un partido político. Debe corresponder a satisfacer las necesidades de las personas; por tanto, se precisa un riguroso análisis científico y, sobre todo, la experiencia cotidiana y objetiva de las personas de abajo.
Francisco de los Cobos Arteaga
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Fotografía: captura de vídeo RTVCM
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